La última decisión en la asamblea de los demonios (Carlos Elías)

 

Los demonios se reunieron al fin. Después de varios intentos de instalar la diabólica reunión, estaban excitados pues eso nunca les había pasado. Sus asambleas siempre habían resultado exactas y perfectas. En esta ocasión no podían hacer Quórum, y eso les impedía iniciar la asamblea y tomar decisiones. Para ser diablos era de preocuparse que se diera esa circunstancia, sin embargo los diablos más sabios y viejos guardaban sepulcral silencio y solo movían nerviosamente sus colas, cosa rarísima también. La verdad que resultaba espeluznante el sonido seco que causaba el golpeteo de las colas negras, largas y peludas en la pared de tono grisáceo, salpicado de rojos brillantes que emulaban lenguas de fuego, lluvia de sangre y humo picante.

El sonido intoxicante y la ambientación del auditorio, no dejaban de causar intranquilidad aún a los mismos diablos, que uno a uno iban llegando a firmar las listas y meter el cacho en la rendija que controlaba las huellas que dejaban con sus cachos pulidos y brillantes. Una vez registrada su presencia, malhumorados, pasaban a contar sobre el atraso de su llegada al infernal recinto..

El escándalo era un sentimiento nuevo para los demonios, pues la maldad que era su giro divino, les daba placer, y su pericia en ello les hacia ufanarse y sentirse con una excelente autoestima; el bien por otro lado nos les producía nada, ni siquiera comezón y sentían los frutos de esa práctica, sin ningún sabor. Era soso el bien, y cuando les tocaba realizar operaciones de maldad que implicaban desatar algunas acciones de bien, normalmente terminaban internados en el hospital del averno, por los vómitos y el mal de ojo que aquella fea práctica del bien les causaba, aún que sea para hacer el mal.

Ver a aquellos demonios escandalizados era horroroso desde un punto de vista humano, pero era verdaderamente tragicómico desde el punto de vista diabólico, pues siendo una especie de enfermedad nueva que se transmitía por la vía de la información, era realmente una tragedia para los severos protocolos de actuación y desempeño de las huestes demoniacas, y era cómico pues las reacciones en cada demonio eran distintas. Mientras unos se devanaban de risa de manera impropia para aquel lugar, otros agarraban un hipo que no los dejaba tranquilos en las sesiones. Otros quedaban sumidos en un mutismo que no presagiaba nada bueno, ya que eso era símbolo de grandes borrascas en el horizonte. Otros diablos quedaban congelados, lo cual era ofensivo en aquel escenario, pues los demonios siempre se caracterizan por la hiperactividad. Esas sensaciones cruzadas y revueltas provocaban un ambiente donde la zozobra, revuelta con azufre, envolvía a aquellos seres en un estado de inexplicable histeria colectiva.

El diablo que acababa de llegar, especialista en maldades económicas y políticas, entró cabizbajo y no quería decir nada. Se fue a ocupar su lugar, pero se sentía perseguido por la mirada penetrante de los demás diablos, y no le quedó más remedio que contarles… puesi, les dijo con la cola entre las patas, yo orienté como me mandaron, y les expliqué cómo tenían que hacer, que medidas económicas tomar, que medidas políticas impulsar y que tenían que decir y cómo justificar, así como hicimos cuando desarrollamos los feudos ¿se acuerdan? o así como desatamos la Revolución Industrial.. ¡Que vergón nos salió aquello!… y yo estaba contento porque todo marchaba bien. La avaricia se estaba entronizando como práctica importante en la población, pero vinieron ellos y mira lo que han hecho. Hasta el nombre le cambiaron a la avaricia, y ahora le llaman búsqueda de oportunidades; y miren que la avaricia la multiplican en escala, y lo peor es que no se tientan el corazón para llevarse entre los pies a otros. Yo no entiendo cómo, pero ahora ellos no sienten que eso es malo, sino que lo ven como bueno y al no sentir en su corazón la alegría de la maldad que hacen, me dejan a mí sin cumplir con el propósito, pues la idea es hacer maldad con placer y con ganas, y sin arrepentimiento. Pero el caso es que hacen las cosas malas y le cambian hasta el nombre para que tenga una connotación buena. Lo hacen de manera natural como si aquello no fuera malo. ¡No sé en que fallamos! yo estoy desalentado, y la pregunta que hago es ¿Cómo voy a llevar la avaricia a la gente?¿ Cómo se las voy a inculcar si ellos ya le dieron vuelta? y lo hacen con tanto tesón y con tanto ahínco que hay unos que hasta hablan de emprendedurismo, y hablan de responsabilidad social empresarial. Y hablan de valor compartido. Y hablan tantas maravillas que hasta a mí me marean, y yo ahí cada vez me siento inútil y ya no tengo motivación para seguir con la gran misión diabólica de entronizar la avaricia en la humanidad, si ellos nos han quitado esa bandera de acción. Los gemidos y lloriqueos de aquel demonio eran desgarradores.

Todos los diablos comenzaron a chillar y no se rasgaban las vestiduras porque no tenían. Sentían cosas feas en su cuerpo peludo. La comezón les hacía restregarse contra las paredes. Desfallecían y ya no sabían que esperar. Veamos que dicen los demonios mayores dijeron… pero no dejaban de retorcerse y no terminaban de asimilar lo que les acababa de referir el demonio sobre la avaricia. Cuando llegó el demonio especialista en la hipocresía, y entre llantos de estirpe infernal, solo dijo que en lo tocante a él, se daba por jubilado, pues ¿cómo iba a predicar hipocresía, donde todo mundo la asumía como si nada? Y donde cada vez más la desarrollaban con tino y sin ningún esfuerzo, que a él pena le daba el trabajo que le habían dado. Y que conste dijo, que la vergüenza es algo ajeno a los demonios.. ¡Pero miren a lo que hemos llegado!, les dijo con voz trémula a los ahora escuálidos demonios.

Así cada demonio iba contando su fracaso entre los hombres y todos tenían el sentimiento que habían sido superados.

Los diablos viejos y sabios, al ver que al fin hacían quórum, instalaron la reunión y comenzaron. La agenda que en otros tiempos se respetó a rajatabla, en esta ocasión no tuvo la misma suerte y fue una asamblea tumultuosa, y que los diablos mayores solo lograron hacer respetar a fuerza de lúgubres rugidos, y a fuerza de ofrecer transmutaciones angelicales.

Después de sesudas y sentidas intervenciones, tomó la palabra el diablo de mayor investidura, que se notaba por el tono más rojizo de su piel que caía en pedazos, así como por la sanguinolenta saliva que se le escapaba de la comisura de sus gruesos y caídos labios, como por las secas y enormes manos de color cobrizo y piel de sapo, y dijo, mientras todos guardaban silencio: Todos hemos escuchado las vicisitudes en el trabajo que durante la eternidad nos ha tocado desempeñar, y se supone que mientras la humanidad exista nosotros debemos sembrar la semilla de la maldad en todas sus formas, y eso hemos hecho. Y si no fuera por el sentimiento de desventura que se percibe en esta diabólica asamblea, podría decir que hemos tenido un éxito inesperado, pues vemos como la maldad impera por todos lados, aunque se arrope de otros nombres, lo cual en verdad no es más que la especialización de la maldad. Siento decirles que la responsabilidad es nuestra, pero para consuelo de todos ustedes, debo comunicarles el informe que he recibido de la parte celestial, y dice en lo medular así: Cunde el pánico entre las huestes angelicales porque sienten que han sido superados. De buenos que se creen los humanos que hasta juegan a ser Dios y a suplantar a Dios, y que hasta agarran como deporte eso de decidir sobre la vida y muerte de los demás, circunstancia que es propia solo de la divinidad. Manifiestan los clarines del bien que se sienten desanimados y que no saben que hacer. ¡Demonios de esta asamblea! ven ustedes como los humanos han caminado sobre rutas inesperadas por nosotros mismos. Ven ustedes como hemos sido sorprendidos en nuestra mala fé, y los humanos han hecho del mal – y del bien también- una simple operación sin contenido, sin sentido, sin sentimiento, sin el sabor del placer y sin el factor del probable arrepentimiento. Los humanos se han superado a sí mismos y nos dejan a nosotros solo con los colochos hechos, pues técnicamente no pueden ser almas condenadas si lo que hacen, lo hacen desprovistas del sentido del mal y lo hacen solo porque hacerlo les da mayor comodidad. Siendo así, la conclusión a la que hemos llegado es esta: Todos, sin excepción debemos aprender de los humanos a ser malos, porque ellos son muy buenos en ser malos, y nos hemos quedado a la zaga. Hacer la maldad, con esa naturalidad, con que ellos la hacen, sin tener sentimientos de culpa, ha de ser lo más sabroso que hay. ¡Demonios, vamos a la escuela de la maldad, donde los maestros son los humanos!

Aquella reunión, a pesar de no ser concurrida, pues muchos demonios habían quedado en el camino, debido a la maldad humana, chirrió, se estremeció, retumbó con aquella nueva disposición de la asamblea demoniaca. Nunca se había dado tal cosa. ¡Los demonios aprendiendo de los humanos!

(Carlos Elías)

Sombras

 

IGUAL

Igual, mejor te adhieres a la sombra
ya que la sombra es seña del que vive,
es la voraz careta que contiene
los llantos y las dudas y las fugas.

Cuando del sol te lleguen otros labios
y precisen razones de terneza,
no dejes de gritarles los rincones
del sitio que padecen estos tuyos.

Tal vez recibas todas las miradas
ancladas en los párpados del tedio,
tal vez la cicatriz de los que buscan
la paz que presuponen los suicidios.

Igual, mejor te compras en los kioscos
unas revistas, esas donde gimen
con su riqueza al lado y con su clima
las áridas pupilas de las cosas;

así podrás saberte protegido,
sutil beso de farsa que prefiere
la desnutrida luz de los neones
mientras crece la nieve en otras bocas.

Pero nunca podrás verte sin sangre
recorriendo sin pausa tus momentos,
jamás podrás trenzar en tus miserias
una sombra de pan que te sustente.

(Ricardo Gálvez)

 

LENGUAS

Lenguas agonizantes, vanos signos,
palabras como sombras,
como fríos ministros que defienden
una visión de tedio y de miseria;

huecos que se vistieron de lugares
y de caras difusas y de necias
razones enguantadas,
nulos como una palma sin destino.

Besos que desconocen la ternura
de las marcas de sangre en las paredes
y los sueños del muerto en el asfalto,
rito y canción de cuna de la insidia.

Lo que queda es la vida y sus verdades,
ese llamar a todo por su nombre
aunque la gracia cueste unos latidos,
una noche de lenguas putrefactas
que se hospedan muy íntimas,
pegaditas al rostro, venenosas,
como sucios presagios, como letras.

(Ricardo Gálvez)

 

La vida loca

LA VIDA LOCA

A work by Christian Poveda

Synopsis

The Salvadorian street gangs are, first and foremost, an image, a précis of contemporary history, a doctored picture of a locality in a world that’s become global. It’s a memory of the gang, the fundamental myth of organised crime.
Children of the Bloods and Crips, the gangs made famous by the Dennis Hopper film Colors, these gangs were born in the Hispanic ghetto of L.A. Now traditional enemies, they are engaged in an all-out suburban war that started in the streets of Los Angeles, spreading to numerous North American cities and prisons in which hundreds, and now thousands of gang members are incarcerated.
Serving long, if not life sentences for homicide, robbery with violence, drug trafficking and carrying arms, the gangs that “controlled” the ghettos took possession of the prisons. Coming from all over Central America, over a ten year period confused teenagers, economic and political immigrants, and, in particular, hundreds of thousands of children of Salvadorians fleeing the civil war, formed themselves into well-structured criminal organisations, killing their enemies both «inside» and «outside» the gangs.
The gangs are known as maras, after the marabuntas, the carnivorous ants of Central America that destroy all life in their path, thus giving rise to the Mara Salvatrucha (literally, “Salvadorian ant”), also known as the MS-13, after 13th Street in South Central Los Angeles. This organisation was soon followed by another mara, the  M-18, taking its name from 18th Street where it held sway.
The national maras of the southern States are sub-divided into pandillas (sets) at a regional level and cliquas (cliques), a kind of base unit for a neighbourhood or even a street. The gang members, tattooed from head to toe, are called pandilleros or homeboys. The tattoos not only serve as identifiers, but provide a visible sign of their voluntary exclusion from society. How can you get a job with the number 13 or 18 tattooed on your forehead and your cheeks adorned with teardrops, representing the number of enemies you’ve killed?
Writing a new chapter in the history of gang warfare in Los Angeles, the story could have remained concentrated in the United States of America. But that was without taking Washington into account…
In 1996, the American government simultaneously decreed the Illegal Immigration Reform and the Immigrant Responsibility Act, in other words the adoption of a ferocious «double penalty» legislation allowing the authorities to send more than 100,000 gang members detained in the United States straight back to Central America. With frightening consequences: this flood of delinquents corrupted the order, social stability and economy of the countries of origin, Panama, Honduras, Salvador, Guatemala, Costa-Rica, and Nicaragua… And the relocation of the gangs triggered massive paranoia regarding security in the local states.
In one decade, the United States succeeded where it had previouslyfailed, keeping the local dictators in power and financing civil wars and Coups d’Etat!

la vida loca film

la vida loca

Social theatre
The story of the maras is also that of the megalopolis-towns, the world-suburbs, the mega-cities, the incredible makeshift modification of town and countryside, the perfect illustration of the latest best-seller by the social commentator, historian, political activist and urban theorist, Mike Davis, Planet of Slums.
The suburbs of San Salvador are clones of shanty-towns and social policy programmes on the edge of the «big nothing» that separates the capital from it’s volcanic range. A no-man’s land, the ideal topography for blatant violence.
We are on the edge of the municipality of Soyapango. Two precipitous back-streets, la Campanera and San Ramon, form a dead end, a bus terminus at the bottom of a canyon. A dead end for the hopes and dreams of its inhabitants, trapped in the desperate struggle for survival.
For the young people, divided between two rival gangs, the Mara Salvatrucha and the 18 Gang, the future holds either imprisonment or death or, as often as not, both. On the 6th January 2007, for example, a riot in one of the overcrowded prisons in the west of the country resulted in 21 dismembered and decapitated corpses when five hundred MI8 members confronted the other inmates.

Camera position
Filmed in close-up using a hand-held camera, this will be La vida Loca, the crazy life, as the pandilleros say. In the background, the film will faithfully chronicle the hopes and fears of the inhabitants of this new tropical suburb of Los Angeles, the periphery of San Salvador. Twenty years after a revolutionary war that devastated the nation, a new civil war, just as terrible, is pitting the poor against the poor. A «perfect crime of globalisation», as the philosopher Jean Baudrillard would say.
“ A story without a plot”, wrote the black Jamaican novelist and hero of the Harlem Renaissance Claude McKay in his cult book, Banjo. A novel that relates the fortunes and misfortunes of a gang of “Negro” musicians, sailors, demobilised infantry men and dockers in Marseilles at the end of the 1920’s. At the height of the Great Depression of 1929 and the attack on the Komintern. The Marseilles pandilla decided, despite everything, to enjoy this «bitch of a city» and make the most of it.
This concept of a story without a plot might well be applied to Christian Poveda’s film, the self-fictionalised chronicle of a gang of adolescents who’s only hope is to have a bit of fun before meeting an early death.

Cast
Our cast is made up of a handful of heroes and their companions in misfortune. They are hostages to the paradoxical adventures that lead some to evangelistic redemption, while others pass through the film like meteors to end up dead with a bullet in the head, laid out on the cold steel table in a forensic science laboratory. Or, for the lucky ones, in the furnace of the overcrowded prisons, living on the very ground in their hundreds, sleeping head-to-tail, like the prisoners in the holds of the slave ships.
If only for the gravity of the subject, Christian Poveda’s work and commitment makes one think of Jean Rouch, filming at close quarters, capturing the hopes and the fears of the young city-dwellers of the post- independent megapoles of Abidjan and Accra of the 1950’s.
The violent and tender chronicles of “Moi un noir” and “Maîtres fous”.

(La Femme Endormie)

                                                             Español

maras en el salvador

Christian Poveda

Durante casi un año y medio, el director Christian Poveda se infiltra en una de las llamadas maras salvadoreñas, pandillas que se enfrentan entre sí con gran violencia, integradas por jóvenes tatuados de la cabeza a los pies que se dedican principalmente a la extorsión, al robo y al tráfico de drogas. En la colonia La Campanera, en Soyapango, «La vida loca», filmada con cámara al hombro, recoge la cotidianidad de miembros de una de las principales agrupaciones pandilleras de El Salvador, La Mara 18, que se caracteriza por tener su propio lenguaje, tatuajes, códigos y elevados niveles de agresividad, violencia y criminalidad. Esta pandilla y la Mara Salvatrucha, iguales una y otra en crueldad, impulsadas por la negación de todo y la muerte, viven una guerra sin piedad. Algunos de estos jóvenes fueron asesinados en el transcurso de la grabación, tal y como muestra el documental. En América Central se les llama maras y son una copia del modelo de las pandillas de Los Ángeles creadas por los salvadoreños que emigraron durante la guerra civil a principios de los años 80. Allí surgieron la Mara Salvatrucha y la Mara 18, las dos principales pandillas que se enfrentan hoy día y entre las que no existe diferencia ideológica o religiosa que pueda explicar esta lucha a muerte, esta lucha que enfrenta a pobres contra pobres. (parte de la sinopsis en español)

El director Christian Poveda fue asesinado a tiros meses después en El Salvador, se presume a manos de una de las pandillas que retrató en su documental.
la vida loca

la vida loca

¿Quién mató a Christian Poveda? (Artículo)

«El fotógrafo y documentalista franco-español Christian Poveda murió el 2 de septiembre de 2009. Le dispararon dos veces en el rostro a muy corta distancia. No le robaron nada, algo casi inconcebible en un país como El Salvador. Cuando lo hallaron estaba solo, tirado a tres metros de su Nissan Pathfinder plateada, junto a la sinuosa y solitaria carretera sin asfaltar que une los municipios de Soyapango y Tonacatepeque, en el área metropolitana de San Salvador. Acababa de salir de una colonia llamada La Campanera.

Tras un impasse de dos horas por un malentendido con su nombre, a las 5:30 de la tarde la Policía Nacional Civil (PNC) tenía ya la certeza de que la persona asesinada era el director de La vida loca. La noticia tardó poco en propagarse, como si fuera una epidemia, y en cuestión de horas supo encontrar al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya en su minúsculo apartamento del barrio Sangen-Jaya, en Tokio. Se enteró mientras navegaba en internet, con un titular de la Agencia Efe que dejaba poco margen para las ambigüedades: “Asesinan al fotógrafo Christian Poveda, director de un documental sobre pandillas”. Los 14 husos horarios que separan Japón y El Salvador habían convertido el miércoles en jueves, el hoy en ayer, el presente en pasado. Pero no amortiguaron la conmoción.»

Tomado del artículo «¿Quién mató a Christian Poveda?«, posteado por Roberto Valencia en crónicasperiodísticas.wordpress.com         leer mas…

Post relacionado  La vida loca (Christian Poveda, 2009)    por camadorz

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Liberemos al Cristo

Todos tenemos un dios. Una propia tormenta donde ocultarnos, y siempre le rezamos. Le pedimos tantas cosas como cuando vamos a un supermercado. Lo vapuleamos y lo vituperamos como hacemos con los otros. Y en ese afán odiamos y nos saciamos de los demás. Buscamos en los otros algo que nos hace falta, pero lo hacemos de una forma solapada, para que no te des cuenta, para que no me de cuenta, y también desbordada. ¿Y con cuáles razones? Bueno, para ser el centro del juego y satisfacer nuestra necesidad de ego. Es esa fe chueca, esa sabiduría de alcantarilla que solo pretende ubicar a un  ser superior en otras dimensiones muy personales sin hacerlo parte de los otros, pero sí a través de los otros. Una fuga hacia nosotros mismos. ¿Por qué negarlo? Yo he socavado sueños, he podrido conciencias y hasta he matado. Y muy dentro de mí, allá muy en el fondo, me siento un hombre bueno que tiene sus creencias.

Antes, cuando era una especie de estudiante, tuve amigos jesuitas y aprendí de ellos a mirarme las manos, los ojos y hasta el trasero. Esto porque siempre me decían algo sobre el hombre y sobre dios “no le creas a dios por más que te prometa, por más que te prometas, porque estarás perdido”. Yo me quedaba pensando en eso sin encontrarle coherencia. Pero con el tiempo, cuando crecí en eso de la calle, y de los encierros y las fugas. Cuando me ví entre toda esa gente apestosa a crimen y a vicio, pálido como un cadaver que no tendrá un último lugar de descanso. Cuando me enteré que a mi padre lo apretaban los usureros y que había algo como una pirámide que me ponía muy abajo, entonces supe el por qué de los dichos de los jesuitas que tampoco eran santos, y me embarqué en una guerra para expiar mis culpas.

La gente va y viene preguntándose y creyéndose cosas. Cosas que le dicen en la iglesia, en el trabajo, en el mercado y en el hogar. Cosas sobre la redención y el castigo, sobre el infierno y el paraíso. Cosas para quedarse en suspenso y llorar de miedo. Pero lo que no dicen, y después no te dices, es que todo gira alrededor de los propios intereses. Eso lo aprendes haciendo un ejercicio programado de egoísmo, y por ahí también te da por andar regalando limosnas a los ancianos, juguetitos a los niños de la calle,  haciendo la obra que llamamos buena. Luego, cuando ves en la calle tanta juventud perdida sientes pálida y dices “Estos políticos que no hacen nada para erradicar a esta lacra de la sociedad” y te indignas y maldices. ¿Y la oportunidad que les toca? ¿Lo que les corresponde por humanos? Son duras las calles, la realidad de muchos es dura como para decir no entiendo, o entiendo bien y me hago el sordo. Igual, vamos a encontrar multitudes que se estiran como espigas y dicen “yo no, yo no soy de esa clase de humanos y mi estatura moral es otra”, espantándose y poniendo el grito en el cielo al oír cosas que son reales, y todo esto mientras le joden la pelota al niño del vecino, o le dicen “para vos no hay” a todo el sucio y molido por la miseria.

Y dios, ese dios nuestro hace lo suyo, tomando las desgracias ajenas como argumento para mantener su estado de existencia. Y es que como ha nacido en nosotros no podemos desterrarlo. Y como también ha sido metido a fuerza de falacias y garrotazos no es facil decirle que se vaya a comer mierda. Mejor lo acariciamos y juntamos nuestras manos en señal de plegaria. Luego ante una desgracia natural nos persignamos y hasta maldecimos, y decimos ¡Dios mío! La naturaleza no tiene chance de elección y hace sus cagadas aplastando gente, ahogando gente y otras cosas, pero ahí está siempre para darnos panes y peces, aunque ya no tenga casi pelo ni lágrimas en sus ríos; aunque nos orinemos en ella. ¿Por qué mezclarla con el dios creado por nosotros? Lo que se debe revisar y atacar son nuestras manos, nuestra desidia y omisión, nuestro dios cómodo que camina con zapatos de última moda, destripando dedos desnudos. Ese diosito que va por ahí haciendo turismo con las desgracias y harapos de los otros. Ese diosito que no tiene nada que ver con las cosas espirituales de los abuelos y sus caites y sus augurios de tormentas y de milpa. Nuestra deidad enardecida que aplasta personas ya aplastadas.

Así me hablo Medardo, un recluso del centro penal “La esperanza” a quien llamaban el profeta, mientras un guardia nos vigilaba desde el punto de control al otro lado de las rejas.

 

Vienen días sin treguas, días negros y largos
como para perdernos en la hoguera del vino,
y no sabremos dónde quedaron los amargos
jirones de la vida, borrones del destino.

Sabremos de profetas que se fueron vendiendo
como vulgares voces de tenores sin vida,
enfermos jardineros que han ido construyendo
su jardín de plegarias, su monótona herida.

Pasarán muchas aves llevando las visiones
de la Atlántida muerta que pregona la historia,
y Leviatán converso por sus propias pasiones
desviará sus pisadas en busca de la gloria.

Y en esa melodía de avatares y pestes
nos buscará la muerte los costados abiertos;
solo los versos sacros de los montes agrestes
y la magia del mazo forjarán nuevos puertos.

Liberemos al Cristo de la fatal condena
que lo priva de vida, dejémoslo al mundano
universo de sueños, rompamos su cadena
de ministros e iglesias y volvámoslo humano.

Hemos desperdiciado la sangre de corderos
en lujuriosas copas previamente robadas
a sucios mercaderes, asesinos de obreros,
sin saber de los llantos de las madres ajadas.

Liberemos al Cristo, que vuelva a ser humano;
los símbolos del tiempo reclaman su lectura:
la diestra florecida de nuestro Cristo hermano
que vendrá a develarnos de su amor la escultura.

(Ricardo Gálvez)

Y tú querías esas letras

pandilleros, maras y realidades

photo by Victor J. Blue

Y tú querías esas letras, todas,
en tu cuerpo y tu mundo, todas juntas,
como un símbolo, como un dato
de que la vida te traspasa mientras mueres, mientras sabes que todo
deja su rojo timbre entre sus pliegues, entre todos sus cuartos,
entre todas sus horas,
en la misma miseria que dispuso de un patio gigantesco
para verte correr de los garrotes, a correr de tu padre,
de tu madre y su crack entre los dientes,
de tu hermano que había cosechado fracasos.

Pero tú no sabías de las rejas,
del *tabo que te deja cagando en los rincones
con un temblor de días, de años rotos,
de pez que se estremece porque sabe
que no tendrá jamás una tranquila
y luminosa noche que lo cubra;
tú no supiste nada de los otros, de los que transitamos por la muerte
con un beso de sangre en nuestras jackes.

Pues bien,
que nos grite el recuerdo de tus tripas al aire,
de tu falta de tino para tocar mujeres, homeboy malo, desnudo de ternura,
que me grite el recuerdo de tu barrio, de mi barrio sin letras,
mi visión de pobreza que destapa unicornios de alcohol en las distancias,
mi caricia de padre que prefiere esconder a su savia, desterrarse en el pecho
de una hembra que sabe lo que cuesta estar viva;
que me grite la sangre entre mis manos
y tu grito y mi grito, danzando en las aceras,
mientras la lluvia borra tu visión de fantasma.

(Ricardo Gálvez)

*tabo=prisión