Me gusta (Jimena)

Me gusta.
Pero no puedo evitarlo,
siempre me sorprende.
Lo veo venir,
estoy esperando y, aun así,
no puedo evitar cerrar los ojos.

Siento que se aproxima,
siento la humedad, la tibieza,
y de pronto, la explosión…

Se derrama,
se va extendiendo,
cubriendo, empapando,
y va bajando, lentamente,
poco a poco.

Las gotas se va deslizando dulcemente,
sin prisa, bajan uniéndose unas con otras,
formando sinuosos recorridos hasta que…
lo inundan todo.

Si, me gusta, me encanta…
ver el inicio de una tormenta
a través de mi ventana.

(Jimena)

 

Descúbrete mujer (Amellastre)

Poesía

Porque te bañas
Con jabón de olor
Y te limpias con Domeboro,
Mujer,
Te crees liberada…
¡Dime!
¿Con qué lavas tu esencia
Interior?
¿Cómo inocentas tus sueños?
¿Cómo deshabitas los espacios
Confabulados?
¿Cómo desvives el tiempo
Existenciado?
¡Oh mujer! ¡Paraíso de carne!
¡Adentro está tu reino!

(Amellastre)

Al partir con mis sueños

 

Al partir con mis sueños y su agrario equipaje
de raíces y polvo, tendré que despedirme
de las huellas dejadas y su sed de estaciones
ya que tal vez mi viaje no admite los retornos.

Me encontraré desnudo del calor de la tierra
y han de llenar mis huesos blancos mantos de frío
que serán, poco a poco, mi epitafio perfecto;
la primavera muerta beberá de mis dudas.

Y entre grandes ciudades andaré como un zombi
aplastando quimeras y viejas utopías;
mi horizonte perpetuo, pobre lienzo olvidado,
se quejará del verso que perdió sus colores.

El gran templo sagrado del jaguar majestuoso
seguirá vigilante a los ciclos celestes
y la ancestral plegaria su ruta hacia los cielos,
mientras de Chaak evoca su milagro de lluvia.

Campanario de verdes y florecidos campos,
ternura de semillas habitando los surcos,
prodigio de mazorcas en las bocas hambrientas,
cafetales bermejos que dormitan celajes.

Cuando llegue la cruda nostalgia con sus llantos
regaré los resecos campos de mi destierro,
y mi agrario equipaje de raíces y polvo
devolverán al sueño su color de estaciones.

Tus labios de vestigios han de besar mis ojos
mientras vamos tejiendo una nueva promesa;
tus ojos sin estigmas copiarán el prodigio
de la espiga que nace en medio del asfalto.

(Ricardo Gálvez)

 

EL cenáculo florido (Amellastre)

 

Cenáculo de poetas
en sus ceñudas disquisiciones.
Alguien que pasa
lanza la astilla suelta:
¿Por qué sois poetas?
El grupo sobrecogido
empieza a escamar
la recóndita esencia…
Yo- dice el primero- porque
sufro.
Yo-responde el segundo- porque
sueño.
Yo-exclama el tercero- porque
siento el infinito.
Yo- interpela el cuarto- porque
pienso.
Yo- repone el quinto- porque
creo.
Yo-intercede el sexto- porque
no soy.
Y esta peña dialéctica
hizo blanco en el colmillo
afilado de la presunción.
Entones, se acabó el cenáculo,
¡y reinó la Poesía!

(Amellastre)

Amor a medias (Amellastre)

Poesía

¡Amor a medias!
Ardes en llamas
sin poder sentir
el abismo frutal
de la vida.
Tú lo impides…
Deseo plastificado.
Chaleco blindado
a inesperados ataques.
Túnel prestado
a la fiesta de la carne.
Mentiroso sustituto
de la orgía solitaria.
Imaginario vestido
del cíclope de tres pies
y lenguas de fuego,
visitante voraz
de las insondables aguas.
Camuflado ladrón
de los joyeles encendidos
de la noche y sus lúdicas
batallas .
Impune asesino
de sueños y proyectos.
Cómplice impúdico
de infidelias y deshonras.
Entretén(y)miento fugaz
de músculos en frenesí.
Consejero infiel
de desilusiones, forjador
de irrealizables sueños.
¡Falsario!¡Impúdico!
¡Oh desechable y vacío
condón!

(Amellastre)

Elegía de las sábanas (Amellastre)

Poesía

Hoy las sábanas
luchaban con el cuerpo friolento.
Masa abandonada en las fetales aguas
de la soledad y el olvido.
Nada se sentía.
sólo el canto siniestro
de la paloma de la virgen
con sus marcados acentos.
Luego, la cotidiana rutina.
El baño. Los libros.
La destemplada guitarra
y el Colegio.
¡Bruma lejana y espesa!
¡Espacio deshabitado!
¡Sombra caminante y vaga!
¡Pesadilla de los recuerdos!
Por fin sé que te has ido:
con tu voz, con tu risa,
con ese olor de hembra
siempre deseante…
Ahora, en confesión, me digo:
¡Amor es olvido!

(Amellastre)

Canción con coro urgente (Amellastre)

Poesía

¡Pueblo manso!
Hace días el miedo empezó
a dar coletazos de furor
en la nívea conciencia
de tus hijos castos…
Con luctuoso plumaje
y pico amaestrado,
ha ido urdiendo
con invisibles hilos
sus colgantes nidos.
En las ramas secas,
en los alares enteleridos,
en las almas devotas
y en los enjutos pechos
de corazones oprimidos.
Y estamos mudos
con nuestra voces en río.
Callados detrás de las trincheras
de pensamientos bravíos.
Estamos atados de manos y pies
delante del sacro altar
del promitente Crucifijo.
Hincados en las ardientes piedras
de un castigo inmerecido.
Estamos amordazados
con los sucios pañales
de quienes no nos quieren vivos…
Pero estamos esperando
con paciencia y sigilo
que llegue la Hora de todos,
como Quevedo dijo,
en que se voltee el cotarro
y se enderecen los destinos.
Para que se acabe el insulto
del falso lenguaje instituido,
la amenaza solapada pierda su brillo
y se pueda soñar, respirar y volar
un cielo de pájaros encantados
con azules trinos.
(Amellastre)

Amar o no amar: esa es la cuestión (Amellastre)

Poesía

Quien ama,
está ansioso, es apresurado, yerra;
quien no ama, es calculador, acierta.
Quien ama, busca la compañía del ser amado,
piensa en él, se desvive por hablarle;
quien no ama, juzga prudente distanciarse,
es indiferente, y hasta considera cauto
evitar la frecuencia comunicativa.
Quien ama, va con el corazón desnudo, íntegro,
inocente;
quien no ama, lleva sus sentimientos blindados
y usa la prudencia como arma artera.
Quien ama es débil, doblega su orgullo;
quien no ama, es fuerte, muestra su entereza de ánimo
como prenda de garantía.
Quien ama, duda, lo corroen los celos;
quien no ama, confía, es impasible.
Quien ama, sufre con el menor gesto de desprecio;
quien no ama, aguarda amordazado dar el zarpazo.
Quien ama, enuncia su verdad con la inocencia del ángel;
quien no ama, esconde su mentira y actúa como Tartufo.
Quien ama, recita emocionado su bello poema;
quien no ama, se mofa de la sublimidad del alma.
Quien ama,en fin, sueña que será amado aún en sueños;
quien no ama, también, sufre por no amar…
¿Qué es más trágico, entonces:
amar sin ser amado o ser amado sin amar?

(Amellastre)

 

Music.

«Desire» – Shelllink

Album: Tunguska Chillout Grooves X

Tunguska Electronic Music Society

El invierno desata sus espadas

Poesía

El invierno desata sus espadas,
penetra la tristeza hasta en las cosas
que no conocen fuego y que no ríen,
y el eco de una voz llega vacío
a compartir el lecho donde quedan
retazos de unos labios, también huecos.

Adónde están las señas de los barcos
que alegres sostuvieron las arenas,
el loco despedirse de la tarde
sin los pañuelos blancos ni las lágrimas?
Adónde la mirada sumergida
en brumas de celestes porvenires?

Los recuerdos desnudan sus miserias
y acuden presurosos a la noche,
redoblan los relojes sus angustias
como un ala que tiembla en las cenizas,
y vuelven otra vez y luego todo
parece un laberinto sin historia.

Allá en el fondo gris de los espejos
arden las cicatrices de ese rostro
que soportó los golpes y las fugas
y la estación violenta del tornado,
mientras el vino canta en esa copa
hecha para abarcar la misma muerte.

Pero queda el milagro de tus besos
y tus manos y todas las florestas
crecidas en los íntimos refugios
de tus poros, abiertos a mis labios,
el augurio de un pájaro que lleve
en su vuelo mi música extraviada.

(Ricardo Gálvez)

 

Caminante

Poesía

Ahora que comulgas
con esta tierra madre de cielos despejados,
sabrás de las parcelas
y los sueños robados por los ríos,
por los hombres,
por el vicio que grita mientras toma
forma de cabalgata negra
la esperanza;

y sabrás que nos sudan,
todavía,
infinidad de lágrimas
ahí dentro,
en ese espacio roto donde sufren
los hombres su futuro,
en esos graves rostros
que pasean al sol
sus tristezas de siglos desolados;

que no puedes
dormirte en los caminos,
y que existen tatuajes
de sangre que predicen la sequía,
otra muerte corriendo por las calles y cerros.

Y sabrás del Mozote y su memoria,
del Sumpúl ahogando a nuestra savia.

Ahora que te acercas
con las manos desnudas
hasta esa madre agraria donde gimen
retazos de este cuerpo,
debes saber buscar, entre todas tus cosas,
esa mirada verde que los brazos precisan
para poder sentir
sus venas renovadas.

(Ricardo Gálvez)

Cancerbero

Poesía

Cancerbero que vives cuidando los rituales,
orlados con serpientes de la medusa muerta,
sabes que no es posible deshojar ideales
cuando son habitados por la carne despierta.

La gloria que recorres no sabe del zarpazo
que viene con los siglos a devorar tu hambrienta
escultura de sombras y el origen del trazo
que te nutre de llantos e inocencia violenta.

El divino Tiresias no soporta las huellas
ni el hedor de los grises de tu cuerpo sin vida,
que tiembla entre la savia de todas las estrellas
de esas voces que buscan la palabra perdida.

Caronte que no sabe de óbolos gastados,
reclamará a tu lengua que canceles el viaje
por la voraz Estigia con los besos robados,
para que te sumerjas en su oscuro paraje.

La estética del buitre no conoce ese viento
que viene con los siglos a levantar cadalsos,
donde los versos vivos del que sufre sediento
serán la roca cierta que aplastará a sus falsos.

El águila dorada ya cesó de expandirse,
ya no cruzan los mares sus ávidas legiones
y los oros robados no alcanzan a fundirse;
Marco Aurelio está triste, ya olvidó sus canciones.

Y en nuestro continente vociferan las fauces
de lobos con aromas a muerte de profetas,
a sangre de cantores que ensayan en los cauces
del río de la vida su nado sin caretas.

(Ricardo Gálvez)

 

Señora

poesía

Señora, cada poro, cada palmo de piel,
cada trazo extendido de su cuerpo distante,
es violenta ternura sobre mi mar de sueños
y mis venas presienten un corcel que se agita.

Así viaja mi cuerpo para encontrar el timbre
voraz de su campana, mientras breves suspiros
se escapan de su boca de corales sedientos
buscando está mi boca plenilunio sin pausas.

Trencemos en el tango nuestras pieles hambrientas
celebrando las rosas que llegan con la espuma
de este mar inventado, danza de tibios muslos
que tiemblan en mis manos de fantasma encendido.

Quiero beber aromas en sus pechos convulsos
mientras voy desatando la humedad del vestido,
dédalo corredizo que esconde los corozos
y su fruto aromado de sudores que laten.

El áspid de mi lengua buscando está la fuente
en cada poro tibio en la piel de su espiga,
mis veleros errantes recorrerán las ondas
ocultas de su cuerpo, grabando nuevos signos.

Cuando el alba despierte me encontraré desnudo
soñando claridades y mares inventados;
La pleamar, señora, protocolo vigente
de las grandes pasiones, cambiará sus horarios.

(Ricardo Gálvez)

Desvelos (Amellastre)

 

¿Te acuerdas que íbamos nadando las mismas aguas,
dispuestos, ambos, a cruzarnos la inmensidad?
Yo iba adelante,
con la mirada clavada en la otra orilla.
Se veían las aguas tranquilas,
y las tarullas, con sus flores rosas y lilas
coronadas de flautas,
dibujaban un cuadro de onírico trasfondo.
No había temor alguno. ¿Recuerdas?
Pues la única profundidad
era nuestra ilusión del más allá.
Y el único peligro,
la certeza del deseo.
Así íbamos por el brazo cristalino
de aquel sueño, manga de esperanza.
Y tú, queriéndote adelantar,
por llegar la primera. ¿Te acuerdas?
Mas de pronto, me asaltó la duda.
presentí la imposibilidad de llegar,
como si las aguas se hubieran imantado,
condenándonos a permanecer ahí,
cercanos y distantes,
en el mismo piélago azul oscuro,
pero a salvo del gran misterio.
Tú me alentabas. ¡Recuerdas?
Pero ya estaba afuera, en el espeso fango,
luchando por alzar la cabeza…
Y tu padre, ahí.
La luna reverberaba.
Y el silencio hacía pensar en algo sacro.
¿Acaso el amor? ¿Acaso la muerte?
¡Oh misterio de las almas!
En esas estaba, cuando te vi salir
con tu larga cola de estatuas.
¿Era el deseo de tu padre?
¿Era el signo de mi destierro?
“¡Dos azares!¡Dos frustrados sueños!”, pensé.
Pero llegó el canto de la aurora
y la duda voló del nido,
pues te vi ahí tendida,
¡mansa, total, llena de aromas,
de insinuaciones y retos!¿Te acuerdas?

(Amellastre)

Ángeles perdidos

 

Los ancianos se apartan para dejarle espacio
a las espadas frías del viento de la noche,
las bancas de los parques se van quedando solas
y en las prisiones arden los sueños más sangrados.

Las esporas del crimen recorren las aceras
mientras todos los labios buscan besos de lluvias
donde enterrar sus ritos, nacidos de su siempre
espera de estaciones que sabe ya a cadalsos.

Dos ángeles aguardan en un rincón del mundo
a que llegue su faro; desde una negra cima
les mostrará los campos fermentados del miedo
y sus alas de cisnes se volverán de azores.

La llama de los celos, devorando cristales
y arterias sin legados, anidará en los soles
de sus pupilas limpias, la serpiente que danza
en un vaso de whisky será su regocijo.

Y crecerán besando un raro paraíso
donde las sombras tienen también una corona,
mientras rompen las olas la dorada escultura
que fueron construyendo a base de tormentos.

Ya no tendrán alondras que derramen su trino
sobre las nuevas flores de la pasión quemando
en sus débiles manos; como un beso de sangre
les brotarán las ansias trocadas en espinas.

Cuando ladren los perros al vicio de la luna
les volverán las ganas de tornar a su cielo,
pero nadie ha de darles las señas del camino
y han de seguir atados al temblor de sus carnes.

El cielo está llorando sus perdidos luceros,
el infierno reclama blancas alas perdidas,
a la tierra le bastan sus pasos de centauros
y la música altiva de los labios chocando.

Abraza, noche hermana, mi cuerpo de universos,
ni el cielo ni el infierno pueden izar banderas
en mis naves errantes; la tibia madrugada
develará sus hostias de humanizada sangre.

(Ricardo Gálvez)

 

Simple

 

Simple como ninguna y siempre atenta,
siempre buscando sitios donde queden
retazos de humildad,
de voces que conocen que lo indigno
jamás podrá mostrarnos
a la silueta verde que sostiene
un laurel sin redobles de latones.

Simple como la palma de tu mano,
sin dibujos,
sin señales que dejen en mi frente
otra señal de cedro que se rompe,
otro decir palabras que no visten
su simpleza de humano
ni la sencilla voz de los no dioses;
libre raíz anclada en mi cintura,
en mi pecho,
entre cada vereda de mis días.

Qué le debo cantar a los engaños,
a las bocas con hambre,
al destierro del hombre en la miseria?
Debo quizás pedir a los sin lumbre
que por hoy me disculpen estos versos
y estas mis ganas locas de llenarme
los bolsillos con sombras?

Qué debo responder a los que miran
con pavor el fantasma de mi hombre?
Debo decir acaso que dispuse
la palabra más bella en los mercados,
y que nunca pensé que era morir,
viviendo una blasfemia,
eso de mutilar todas mis voces?

Simple valga esta voz y sea ruta
donde trenzar sudores con destinos,
sencilla se derrame por los parques
y duerma bajo pasos a niveles,
como cuando era mínimo amuleto
ese correr en medio de cartones
y timar a la muerte, pobre muerte,
con la visión macabra de otro mundo.

(Ricardo Gálvez)

La muerte baila su San Vito (Amellastre)

 

¡Oh bambasú de los adioses!
Si hoy se mata por no nacer,
¡como celeste adelanto
al abismo!
Pues Ella, nariz de garabato
y esbeltez de cucaña,
trae maquilladas las arrugas…
Primero,
con flores y asteriscos.
¡Ah negro pregón, encargos
de mercado!
¡De feriados luceros!
Luego,
como semillas de granizos,
como sorprendidas hojas
y frutos disecados por el viento
caen, implumes,
sus afortunados deudos.
Después,
tierra asfixiada de sueños…
¡Blancas mariposas!
¡Y encantadas palabras
al vuelo!
Finalmente,
la lluvia bendice y lapida
el traslúcido panteón
de la carne.
¡Adiós, amor!¡Trémulo San Vito
de los cementerios!

(Amellastre)

 

Tú,
pobre víctima,
atrapada entre luces,
portafolios, promesas;
las mismas que han tratado de cazarme,
yo me opongo.

El cuchillo
soltó toda su furia, y no pudiste ver;
hoy en tu corazón
corroen los gusanos cuando hojeas la prensa
y en su página roja ves esa sombra lívida
que murió calcinada en «La Esperanza»;

en tu memoria
calla el juez mientras ríe
la fiscal con cinismo,
profetas de papel sellado
sueltan entre tus dedos unos blancos presentes,
tú murmuras y dejas
la sala que se pone con tu ausencia más fría.

Que tu pecho se cure de ese lastre,
de la crudez nocturna y sus borrones y la visión del diario,
y la sala de audiencias y la fiscal que ríe,
para siempre.

Hoy me vivo en tus piezas,
haz donde este futuro
profeta de papel sellado bebe ansioso
la sombra que le falta,
hijo espurio y de sangre que acecha en las esquinas.

(Ricardo Gálvez)

El desierto y los migrantes (Carlos Elías)

 

El desierto,
No solo es de arena y de rebeldes cactus:
El desierto oculta misterios milenarios,
Y enseña a la vista solo aquello que desea.
Así se ha encontrado,
En investigaciones empíricas,
De ensayo y error
Que el desierto vive,
Su sombra es un sol radiante,
Que lo protege – fiel vasallo-
Sus noches son tan inmensas,
Que no le piden prestado nada a los días:
Solo lo toman.
El desierto vive y esa quietud que nos ofrece,
No es tal – calma chicha – proceso lento.
Abraza todo apropiándose de su entorno,
Y de los seres que sin permiso le visitan,
Adorna su sala de estar con intrépidas combinaciones
De cielo, arena, sol y montones de blancos huesos.
El desierto toma corazones vivos,
Misterioso los devuelve inertes,
No hay imputación alguna
El precio se paga. El azar no ayuda.
El desierto tiene magia,
Llama a la gente sin flautas de hamelin,
Un llamado que solo los necesitados entienden,
Migrantes les llaman. – palabra bonita – vivencia maldita
Correntías de almas llegan al mar de arena,
En él se sumergen buscando la vida,
Bautizo y sacrificio, nuevo ritual de sincretismos divinos,
El desierto bautiza,
Da el camino a la vida
O mata,
Nunca invita
No quiere visita,
Solo le extraña
Que queriendo estar callado,
No le permitan estar en su estado.
El desierto obligado grita,
Expulsa a los indeseados,
Con la furia de los elementos,
Los migrantes, necesitados,
Siguen tentando la suerte, o más bien la muerte.

(Carlos Elías)

Canción en Do (Amellastre)

 

A Epifanio Montes Osorio, en su sillar de arcanas melodías

Esta canción- grito de luz-
va contra los dioses modernos,
hechura de viejos mitos.
Empezaré por decirles que creo en el amor,
ave de indecible vuelo…
Los arpegios recorren la escala de la vida,
en sus bemoles y asertos.
Los acordes llenan la esperanza
de pródiga armonía,
¡plena rosa de fuego!
Y esa melodía de cromáticos tintes
y mágicos cuadres de ensueño,
expande su coloratura de matices
como abano en allegro…
¡Oh tesitura de trinos!¡Ritmo de trópico
encantado!
¡Une gracia y belleza a la monocorde
garganta!
Ponle intensidad
al débil sentimiento,
¡y venga de nuevo la lira
de transportes y acentos
a la humide aldea
de Jubal, el celestial gaitero!

(Amellastre)

Poeta americano

 

Pobres nuestros poetas, pieles rojas ajadas,
esquimales sin dientes, huasos llenos de sombras,
aztecas donde anidan Moctezumas enfermos,
pupilas que persiguen su roto Machu Pichu,

mayas que se perdieron en la rueda del vicio,
gauchos de torvos rostros añorando la pampa,
amazónicas voces que olvidaron sus verdes,
blancas risas de negros del África robadas.

Dicen que somos torpes bandoleros de sueños
que vamos pregonando los símbolos de piedra;
dicen que nuestras huellas trocaron en exilios
y altares que no tienen destinos ni raíces.

Qué grandes mis poetas, ancestra levadura,
tequila clandestino que sigue sin patente,
novelas sin galanes ni divas fabricadas,
estética del suelo donde canta la vida.

Comunidad de locos que no sabemos nada
de montes donde dice el cisne sus sofismas,
solo vamos cantando los sudores dejados
en busca del milagro del pan y de los peces.

Y por eso nos aman los que llevan el hambre
en sus rostros gigantes de americanos potros,
porque somos ancestros custodiando el futuro
y ariscos ante el yugo de la palabra esclava.

(Ricardo Gálvez)