Amor a medias (Amellastre)

Poesía

¡Amor a medias!
Ardes en llamas
sin poder sentir
el abismo frutal
de la vida.
Tú lo impides…
Deseo plastificado.
Chaleco blindado
a inesperados ataques.
Túnel prestado
a la fiesta de la carne.
Mentiroso sustituto
de la orgía solitaria.
Imaginario vestido
del cíclope de tres pies
y lenguas de fuego,
visitante voraz
de las insondables aguas.
Camuflado ladrón
de los joyeles encendidos
de la noche y sus lúdicas
batallas .
Impune asesino
de sueños y proyectos.
Cómplice impúdico
de infidelias y deshonras.
Entretén(y)miento fugaz
de músculos en frenesí.
Consejero infiel
de desilusiones, forjador
de irrealizables sueños.
¡Falsario!¡Impúdico!
¡Oh desechable y vacío
condón!

(Amellastre)

Canción con coro urgente (Amellastre)

Poesía

¡Pueblo manso!
Hace días el miedo empezó
a dar coletazos de furor
en la nívea conciencia
de tus hijos castos…
Con luctuoso plumaje
y pico amaestrado,
ha ido urdiendo
con invisibles hilos
sus colgantes nidos.
En las ramas secas,
en los alares enteleridos,
en las almas devotas
y en los enjutos pechos
de corazones oprimidos.
Y estamos mudos
con nuestra voces en río.
Callados detrás de las trincheras
de pensamientos bravíos.
Estamos atados de manos y pies
delante del sacro altar
del promitente Crucifijo.
Hincados en las ardientes piedras
de un castigo inmerecido.
Estamos amordazados
con los sucios pañales
de quienes no nos quieren vivos…
Pero estamos esperando
con paciencia y sigilo
que llegue la Hora de todos,
como Quevedo dijo,
en que se voltee el cotarro
y se enderecen los destinos.
Para que se acabe el insulto
del falso lenguaje instituido,
la amenaza solapada pierda su brillo
y se pueda soñar, respirar y volar
un cielo de pájaros encantados
con azules trinos.
(Amellastre)

Amar o no amar: esa es la cuestión (Amellastre)

Poesía

Quien ama,
está ansioso, es apresurado, yerra;
quien no ama, es calculador, acierta.
Quien ama, busca la compañía del ser amado,
piensa en él, se desvive por hablarle;
quien no ama, juzga prudente distanciarse,
es indiferente, y hasta considera cauto
evitar la frecuencia comunicativa.
Quien ama, va con el corazón desnudo, íntegro,
inocente;
quien no ama, lleva sus sentimientos blindados
y usa la prudencia como arma artera.
Quien ama es débil, doblega su orgullo;
quien no ama, es fuerte, muestra su entereza de ánimo
como prenda de garantía.
Quien ama, duda, lo corroen los celos;
quien no ama, confía, es impasible.
Quien ama, sufre con el menor gesto de desprecio;
quien no ama, aguarda amordazado dar el zarpazo.
Quien ama, enuncia su verdad con la inocencia del ángel;
quien no ama, esconde su mentira y actúa como Tartufo.
Quien ama, recita emocionado su bello poema;
quien no ama, se mofa de la sublimidad del alma.
Quien ama,en fin, sueña que será amado aún en sueños;
quien no ama, también, sufre por no amar…
¿Qué es más trágico, entonces:
amar sin ser amado o ser amado sin amar?

(Amellastre)

 

Music.

«Desire» – Shelllink

Album: Tunguska Chillout Grooves X

Tunguska Electronic Music Society

El invierno desata sus espadas

Poesía

El invierno desata sus espadas,
penetra la tristeza hasta en las cosas
que no conocen fuego y que no ríen,
y el eco de una voz llega vacío
a compartir el lecho donde quedan
retazos de unos labios, también huecos.

Adónde están las señas de los barcos
que alegres sostuvieron las arenas,
el loco despedirse de la tarde
sin los pañuelos blancos ni las lágrimas?
Adónde la mirada sumergida
en brumas de celestes porvenires?

Los recuerdos desnudan sus miserias
y acuden presurosos a la noche,
redoblan los relojes sus angustias
como un ala que tiembla en las cenizas,
y vuelven otra vez y luego todo
parece un laberinto sin historia.

Allá en el fondo gris de los espejos
arden las cicatrices de ese rostro
que soportó los golpes y las fugas
y la estación violenta del tornado,
mientras el vino canta en esa copa
hecha para abarcar la misma muerte.

Pero queda el milagro de tus besos
y tus manos y todas las florestas
crecidas en los íntimos refugios
de tus poros, abiertos a mis labios,
el augurio de un pájaro que lleve
en su vuelo mi música extraviada.

(Ricardo Gálvez)

 

Desvelos (Amellastre)

 

¿Te acuerdas que íbamos nadando las mismas aguas,
dispuestos, ambos, a cruzarnos la inmensidad?
Yo iba adelante,
con la mirada clavada en la otra orilla.
Se veían las aguas tranquilas,
y las tarullas, con sus flores rosas y lilas
coronadas de flautas,
dibujaban un cuadro de onírico trasfondo.
No había temor alguno. ¿Recuerdas?
Pues la única profundidad
era nuestra ilusión del más allá.
Y el único peligro,
la certeza del deseo.
Así íbamos por el brazo cristalino
de aquel sueño, manga de esperanza.
Y tú, queriéndote adelantar,
por llegar la primera. ¿Te acuerdas?
Mas de pronto, me asaltó la duda.
presentí la imposibilidad de llegar,
como si las aguas se hubieran imantado,
condenándonos a permanecer ahí,
cercanos y distantes,
en el mismo piélago azul oscuro,
pero a salvo del gran misterio.
Tú me alentabas. ¡Recuerdas?
Pero ya estaba afuera, en el espeso fango,
luchando por alzar la cabeza…
Y tu padre, ahí.
La luna reverberaba.
Y el silencio hacía pensar en algo sacro.
¿Acaso el amor? ¿Acaso la muerte?
¡Oh misterio de las almas!
En esas estaba, cuando te vi salir
con tu larga cola de estatuas.
¿Era el deseo de tu padre?
¿Era el signo de mi destierro?
“¡Dos azares!¡Dos frustrados sueños!”, pensé.
Pero llegó el canto de la aurora
y la duda voló del nido,
pues te vi ahí tendida,
¡mansa, total, llena de aromas,
de insinuaciones y retos!¿Te acuerdas?

(Amellastre)

La muerte baila su San Vito (Amellastre)

 

¡Oh bambasú de los adioses!
Si hoy se mata por no nacer,
¡como celeste adelanto
al abismo!
Pues Ella, nariz de garabato
y esbeltez de cucaña,
trae maquilladas las arrugas…
Primero,
con flores y asteriscos.
¡Ah negro pregón, encargos
de mercado!
¡De feriados luceros!
Luego,
como semillas de granizos,
como sorprendidas hojas
y frutos disecados por el viento
caen, implumes,
sus afortunados deudos.
Después,
tierra asfixiada de sueños…
¡Blancas mariposas!
¡Y encantadas palabras
al vuelo!
Finalmente,
la lluvia bendice y lapida
el traslúcido panteón
de la carne.
¡Adiós, amor!¡Trémulo San Vito
de los cementerios!

(Amellastre)

La mujer y la poesía (Amellastre)

 

La mujer bella no ama la poesía.
¡Oh funesta victoria de Narciso!
Siente la estructura del perfecto poema.
¡Armonía de músculos!¡Magia de sospechas
e insinuaciones!
¡Ritual de cultos y formas!
Todo lo que oculta, maravilla…
y lo que calla, habla.
Sentido latente. Posibilidad
de lo impensable.
Si da, pierde. Y en la negación,
gana.

Su alma duerme,  y el cuerpo
espera.
Sueño de serpiente milenaria,
ilusión de paraíso.
Único desafío. Gran misterio
de la razón…
Así la Poesía: vacío siempre deseante.
Forma inaprensible de lo imaginario.
¿Derrota del tiempo?
¿Sublimación de Dios? ¿Risa de Satán?
¡Oh precaria felicidad! ¡Baile de sombras!
¡Poesía, eterna mujer!

(Amellastre)

Breve definición

Mucho tiempo en ti hace mi tiempo, y así me encuentro en el origen. En ese espacio limpio de zarpazos y muertes. Ahí me vivo y voy creciendo. Anclando mis raíces hasta el centro mismo de la dicha de estar alegre y tremendamente agradecido con la vida. Un beso entonces, un beso que nos guarde, por ahora y siempre, de la garra. Y un poema en este día de frío.

Vertiente azul, plagada de armonía,
son los cristales de tus labios santos,
pájaro simple que al amor me guía
liberando su flecha de mil cantos.

Ritmo de paz, viajero sin destino,
flotando libre en medio de la vida,
remanso y corazón en el camino
latiendo firme al centro de la herida.

Verso de savia y de color pagano
que devoró con besos mis querellas,
blanca guirnalda de latir ufano
deshojando en el sueño sus estrellas.

Disuelta voz llegando con la tarde
para besar mis ojos con su trino,
lengua torcaz, sediento cuerpo que arde,
tierno mirar, lucero vespertino.

Cuando me llegan los sonidos tuyos
todo se enciende en los altares míos,
se derrama mi copa de cocuyos
y el corazón se pinta desafíos.

Por eso lanzo mis errantes versos
a tu camino de vitral sagrado,
por eso tallo nuevos universos
en la madera de tu ser callado.

(Ricardo Gálvez)

                                    

Liberemos al Cristo

Todos tenemos un dios. Una propia tormenta donde ocultarnos, y siempre le rezamos. Le pedimos tantas cosas como cuando vamos a un supermercado. Lo vapuleamos y lo vituperamos como hacemos con los otros. Y en ese afán odiamos y nos saciamos de los demás. Buscamos en los otros algo que nos hace falta, pero lo hacemos de una forma solapada, para que no te des cuenta, para que no me de cuenta, y también desbordada. ¿Y con cuáles razones? Bueno, para ser el centro del juego y satisfacer nuestra necesidad de ego. Es esa fe chueca, esa sabiduría de alcantarilla que solo pretende ubicar a un  ser superior en otras dimensiones muy personales sin hacerlo parte de los otros, pero sí a través de los otros. Una fuga hacia nosotros mismos. ¿Por qué negarlo? Yo he socavado sueños, he podrido conciencias y hasta he matado. Y muy dentro de mí, allá muy en el fondo, me siento un hombre bueno que tiene sus creencias.

Antes, cuando era una especie de estudiante, tuve amigos jesuitas y aprendí de ellos a mirarme las manos, los ojos y hasta el trasero. Esto porque siempre me decían algo sobre el hombre y sobre dios “no le creas a dios por más que te prometa, por más que te prometas, porque estarás perdido”. Yo me quedaba pensando en eso sin encontrarle coherencia. Pero con el tiempo, cuando crecí en eso de la calle, y de los encierros y las fugas. Cuando me ví entre toda esa gente apestosa a crimen y a vicio, pálido como un cadaver que no tendrá un último lugar de descanso. Cuando me enteré que a mi padre lo apretaban los usureros y que había algo como una pirámide que me ponía muy abajo, entonces supe el por qué de los dichos de los jesuitas que tampoco eran santos, y me embarqué en una guerra para expiar mis culpas.

La gente va y viene preguntándose y creyéndose cosas. Cosas que le dicen en la iglesia, en el trabajo, en el mercado y en el hogar. Cosas sobre la redención y el castigo, sobre el infierno y el paraíso. Cosas para quedarse en suspenso y llorar de miedo. Pero lo que no dicen, y después no te dices, es que todo gira alrededor de los propios intereses. Eso lo aprendes haciendo un ejercicio programado de egoísmo, y por ahí también te da por andar regalando limosnas a los ancianos, juguetitos a los niños de la calle,  haciendo la obra que llamamos buena. Luego, cuando ves en la calle tanta juventud perdida sientes pálida y dices “Estos políticos que no hacen nada para erradicar a esta lacra de la sociedad” y te indignas y maldices. ¿Y la oportunidad que les toca? ¿Lo que les corresponde por humanos? Son duras las calles, la realidad de muchos es dura como para decir no entiendo, o entiendo bien y me hago el sordo. Igual, vamos a encontrar multitudes que se estiran como espigas y dicen “yo no, yo no soy de esa clase de humanos y mi estatura moral es otra”, espantándose y poniendo el grito en el cielo al oír cosas que son reales, y todo esto mientras le joden la pelota al niño del vecino, o le dicen “para vos no hay” a todo el sucio y molido por la miseria.

Y dios, ese dios nuestro hace lo suyo, tomando las desgracias ajenas como argumento para mantener su estado de existencia. Y es que como ha nacido en nosotros no podemos desterrarlo. Y como también ha sido metido a fuerza de falacias y garrotazos no es facil decirle que se vaya a comer mierda. Mejor lo acariciamos y juntamos nuestras manos en señal de plegaria. Luego ante una desgracia natural nos persignamos y hasta maldecimos, y decimos ¡Dios mío! La naturaleza no tiene chance de elección y hace sus cagadas aplastando gente, ahogando gente y otras cosas, pero ahí está siempre para darnos panes y peces, aunque ya no tenga casi pelo ni lágrimas en sus ríos; aunque nos orinemos en ella. ¿Por qué mezclarla con el dios creado por nosotros? Lo que se debe revisar y atacar son nuestras manos, nuestra desidia y omisión, nuestro dios cómodo que camina con zapatos de última moda, destripando dedos desnudos. Ese diosito que va por ahí haciendo turismo con las desgracias y harapos de los otros. Ese diosito que no tiene nada que ver con las cosas espirituales de los abuelos y sus caites y sus augurios de tormentas y de milpa. Nuestra deidad enardecida que aplasta personas ya aplastadas.

Así me hablo Medardo, un recluso del centro penal “La esperanza” a quien llamaban el profeta, mientras un guardia nos vigilaba desde el punto de control al otro lado de las rejas.

 

Vienen días sin treguas, días negros y largos
como para perdernos en la hoguera del vino,
y no sabremos dónde quedaron los amargos
jirones de la vida, borrones del destino.

Sabremos de profetas que se fueron vendiendo
como vulgares voces de tenores sin vida,
enfermos jardineros que han ido construyendo
su jardín de plegarias, su monótona herida.

Pasarán muchas aves llevando las visiones
de la Atlántida muerta que pregona la historia,
y Leviatán converso por sus propias pasiones
desviará sus pisadas en busca de la gloria.

Y en esa melodía de avatares y pestes
nos buscará la muerte los costados abiertos;
solo los versos sacros de los montes agrestes
y la magia del mazo forjarán nuevos puertos.

Liberemos al Cristo de la fatal condena
que lo priva de vida, dejémoslo al mundano
universo de sueños, rompamos su cadena
de ministros e iglesias y volvámoslo humano.

Hemos desperdiciado la sangre de corderos
en lujuriosas copas previamente robadas
a sucios mercaderes, asesinos de obreros,
sin saber de los llantos de las madres ajadas.

Liberemos al Cristo, que vuelva a ser humano;
los símbolos del tiempo reclaman su lectura:
la diestra florecida de nuestro Cristo hermano
que vendrá a develarnos de su amor la escultura.

(Ricardo Gálvez)

TU COSMOGRAFIA, CUERPO HERMOSO