Al partir con mis sueños

 

Al partir con mis sueños y su agrario equipaje
de raíces y polvo, tendré que despedirme
de las huellas dejadas y su sed de estaciones
ya que tal vez mi viaje no admite los retornos.

Me encontraré desnudo del calor de la tierra
y han de llenar mis huesos blancos mantos de frío
que serán, poco a poco, mi epitafio perfecto;
la primavera muerta beberá de mis dudas.

Y entre grandes ciudades andaré como un zombi
aplastando quimeras y viejas utopías;
mi horizonte perpetuo, pobre lienzo olvidado,
se quejará del verso que perdió sus colores.

El gran templo sagrado del jaguar majestuoso
seguirá vigilante a los ciclos celestes
y la ancestral plegaria su ruta hacia los cielos,
mientras de Chaak evoca su milagro de lluvia.

Campanario de verdes y florecidos campos,
ternura de semillas habitando los surcos,
prodigio de mazorcas en las bocas hambrientas,
cafetales bermejos que dormitan celajes.

Cuando llegue la cruda nostalgia con sus llantos
regaré los resecos campos de mi destierro,
y mi agrario equipaje de raíces y polvo
devolverán al sueño su color de estaciones.

Tus labios de vestigios han de besar mis ojos
mientras vamos tejiendo una nueva promesa;
tus ojos sin estigmas copiarán el prodigio
de la espiga que nace en medio del asfalto.

(Ricardo Gálvez)

 

Lunas en tu vientre

 

LUNAS EN TU VIENTRE
poesía

Florecen los campos desde su letargo,
se van presintiendo nuevos universos,
y el canto extendido de un ave se aprieta
al correr del viento que finge ser pluma.

Desde los intentos de cosechar panes
la siembra ha querido su pulso de espigas,
dejar que los labios se abran ante el beso,
claro y sin temores, del suelo y su abrigo.

Han crecido lunas en tu oscuro vientre,
las tercas pupilas ascienden al cielo
que desde el torrente de todos los labios,
fue forjando un tiempo de peces que danzan.

Hoy me llegan cantos desde los profundos
rincones del pecho, se alegra el jilguero,
despierta el coloso que habita mi fondo
y beso las lunas que lleva tu vientre.

(Ricardo Gálvez)

John Atkinson Grimshaw

ESPAÑOL

Biografía
John Atkinson Grimshaw (Leeds (Yorkshire del Norte), 6 de septiembre de 1836 – Leeds, 31 de octubre de 1893) fue un «pintor imaginativo y notable» de la época victoriana conocido sobre todo por sus escenas nocturnas y paisajes.

John Atkinson Grimshaw, nació en 9 Back Park Street, en Leeds, hijo de un policía retirado. Se casó en 1856 con su prima lejana Frances Hubbard (1835-1917). En 1861, con gran disgusto de sus padres, deja su trabajo en el Great Northern Railway, para iniciar su carrera artística como pintor. Comenzó a exponer en 1862, ayudado por la «Sociedad Filosófica y Literaria de Leeds», con pinturas, en su mayoría, de aves, frutas y flores. Grimshaw está principalmente influenciado por los pintores prerrafaelitas. Fiel a su estilo, que representa los colores y la iluminación en gran detalle. Posteriormente, pintó paisajes, de temporada o en un momento determinado.

 

Obra

Grimshaw estuvo influenciado principalmente por los pintores prerrafaelitas, sobre todo por el pintor de paisajes John William Inchbold, también de Leeds. Fiel a este estilo, creó paisajes de colores precisos, luminosos, de vívido detalle y realismo, a veces, usando fotografías para asegurar la precisión. Pintó paisajes que tipificaban las estaciones o algún momento climático, escenas callejeras de la ciudad o los suburbios y vistas, a la luz de la luna, de los muelles de Londres, Leeds, Liverpool o Glasgow. Su cuidadosa pincelada y su habilidad para representar los efectos lumínicos le permitía capturar con gran detalle los aspectos y el ambiente de las escenas. Sus «cuadros de calles húmedas iluminadas con gas y de muelles entre la niebla, transmiten una extraña calidez y una alienación de la escena urbana».

 

En Hampstead Hill es considerado uno de los mejores trabajos de Grimshaw, ejemplificando su habilidad con diferentes fuentes de luz, capturando el ambiente del paso del crepúsculo a la noche. En su obra posterior, sus escenas urbanas bajo el crepúsculo o el alumbrado público macilento fueron muy populares entre sus clientes de clase media.

 

En la década de 1880, Grimshaw mantuvo un estudio en Chelsea, no lejos del estudio de James Abbott McNeill Whistler. Después de visitar a Grimshaw, Whistler destacó «Me consideraba el inventor de los paisajes nocturnos hasta que contemplé los cuadros de claros de luna de Grimmy». A diferencia de las escenas nocturnas impresionistas de Whistler, Grimshaw trabajaba su vena realista: «nítidamente enfocadas, casi fotográficas».

wikipedia

 

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ENGLISH

Biography

John Atkinson Grimshaw (6 September 1836 – 13 October 1893) was a Victorian-era artist, a «remarkable and imaginative painter» known for his city night-scenes and landscapes.

John Atkinson Grimshaw was born 6 September 1836 in Leeds. In 1856 he married his cousin Frances Hubbard (1835–1917). In 1861, at the age of 24, to the dismay of his parents, he left his job as a clerk for the Great Northern Railway to become a painter. He first exhibited in 1862, mostly paintings of birds, fruit and blossom, under the patronage of the Leeds Philosophical and Literary Society.He became successful in the 1870s and rented a second home in Scarborough, which became a favourite subject.

 

Work
Grimshaw’s primary influence was the Pre-Raphaelites. True to the Pre-Raphaelite style, he created landscapes of accurate colour, lighting, vivid detail,and realism. He painted landscapes that typified seasons or a type of weather; city and suburban street scenes and moonlit views of the docks in London, Leeds, Liverpool, and Glasgow also figured largely in his art. His careful painting and skill in lighting effects meant that he captured both the appearance and the mood of a scene in minute detail. His «paintings of dampened gas-lit streets and misty waterfronts conveyed an eerie warmth as well as alienation in the urban scene.»

 

On Hampstead Hill is considered one of Grimshaw’s finest works, exemplifying his skill with a variety of light sources, in capturing the mood of the passing of twilight into night. In his later career his urban scenes under twilight or yellow streetlighting were popular with his middle-class patrons.

 

In the 1880s, Grimshaw maintained a London studio in Chelsea, not far from the studio of James Abbott McNeill Whistler. After visiting Grimshaw, Whistler remarked that «I considered myself the inventor of Nocturnes until I saw Grimmy’s moonlit pictures.»Unlike Whistler’s Impressionistic night scenes Grimshaw worked in a realistic vein: «sharply focused, almost photographic,» his pictures innovated in applying the tradition of rural moonlight images to the Victorian city, recording «the rain and mist, the puddles and smoky fog of late Victorian industrial England with great poetry.»

Wikipedia

Devocionario

I – PODRIA DEFINIR LAS HORAS NUESTRAS

Podría definir las horas nuestras,
cuando todos los besos concluyeron
en un mirar el rojo del ocaso
mientras las negras dudas emigraban.

Había en ellas todo lo que buscan
los pájaros vencidos por el peso
del agua, suspendida entre sus alas:
un verano clavado en las pupilas,

una especie de mar y la espesura
de un seto donde dice su delirio
la liana que se enrosca al cedro negro,
como una piel hundida en otros poros.

La ruta de mi cuerpo hasta tu lecho
y el labio, roto labio, triste labio
que cabalgó sin pausas los extraños
y oscuros laberintos donde crece
la sombra que aprisiona a la sonrisa.

Podría definir todas las horas,
todas, las ahogadas, las siniestras,
esas que todavía nos persiguen
con su trémula rosa de martirios
y un fracaso brutal en la memoria.

(Ricardo Gálvez)

 

II – EL AGUA TIENE VOCES EN SUS ONDAS

El agua tiene voces en sus ondas,
un loto macilento que pregunta
dónde estarán las viejas cicatrices
y todas las palabras que buscaron
un eco de horizonte entre su estanque;

y tiene una mirada sumergida
y una boca de azules porvenires,
y el polvo de las huellas que perecen
cuando les falta trigo a sus caminos,
más de alguna ciudad que llora sola
y atada a crueles símbolos de muerte;

una serpiente de sangre que maldice
al descubrir la flor en la sequía,
un amor otoñal y la blasfemia
del corazón sin savia, sin motivos,
sin una encrucijada entre las manos
que lo apaciente, solo, por los miedos.

Tiene matriz de roca y de preguntas
cuando la piel se queda entre los cercos,
y un beso, claridad en las vaguadas,
un beso que prefiere a los abismos
beber el vino simple de tus manos
y hacer de ti su templo y sus raíces.

(Ricardo Gálvez)

 

III – YO QUERIA

Yo quería que todas las palabras
sostuvieran los signos, las señales,
el resumen de un tiempo que dispuso
su desborde de ríos y la ruda
estación del calor en la semilla;

y quería los grafos que las aves
picotean, atentas a los vientos;
y buscaba los besos en los pliegues
de una puesta de sol y de la noche,
de una fuga del mar hacia tus plantas.

Yo buscaba un recuerdo, claro y tibio,
y una voz al teléfono, vibrante.

Pero quiso la fragua otra madera
que no hablara de amores tan sin savia,
que no hablara de labios desgastados
y de pasos sin polvo entre sus carnes,
quiso un sol y una noche verdaderos.

Y por eso me acerco a tus jardines
con mi suelo de sangre y de blasfemias,
con el trigo que tiembla porque sabe
desde donde le vienen las grafías
de esa nueva virtud de estar alegre.

(Ricardo Gálvez)

 

A mí me dieron el mar (Piero)

Vayan hasta la sombra

Ahora estás aquí, y pienso en ti lejana y te toco. La poesía que se filtra en las ausencias y los caminos cada vez más gigantes, imprecisos, mientras la niebla deja su beso de frío entre los huesos. Tantos pasos en el polvo gris de las veredas! Tanta historia no contada en la maleza que se extiende, violenta, hasta abrazarme, mientras espero a que amanezca y el miedo se diluya entre los rostros cubiertos de mañana! Luego otra vez a una realidad cubierta de cenizas, pero sangrante, y la muerte que te hace sentir otro hielo que se hospeda en los costados. Así pasa la vida a través del recuerdo en este hoy, con dos labios que se abren y me dicen «Despierta».

Vayan hasta la sombra los que dicen
que esta virtud de ser uno y su rostro,
debe partir al negro del recuerdo
y quedarse sin nombre en los abismos.

Yo te pensé fragante y te dispuse
en mis tristes altares y en mis días,
y disfracé caladas cicatrices
para verte correr entre mis campos.

Todo el calor de mayo supo hundirnos
sus pregones de tierra y de florestas
desde los crucifijos del silencio
para vernos surgir sin ataduras;

y ahora crece pan y crece savia,
savia que no conoce de monedas,
de leyendas gastadas por los siglos
y amaneceres rojos en las tumbas.

Vayan los pregoneros de la muerte
hasta la copa rota del olvido,
vayan con su grandeza de fantasmas
y apacienten febriles golondrinas.

Yo te busqué desnuda en mis alturas,
como una estrella triste en los espejos,
y descubrí cantando a mis heridas
entre tus muslos firmes, sin colores.

Y ahora digo carne y digo hueso,
y digo la violencia de la ola
mientras rompe paredes que asemejan
esas extrañas manos que asesinan.

(Ricardo Gálvez)

Hablemos de las lágrimas

Mucho tiempo solo. Buscando. Tanteando en sitios donde las miradas no tienen ese calor a vida y a casa que abriga. Mucho tiempo sin ti cercana, y la vida que se escapa por entre los caminos y las historias más tristes que pude contarme. Yo mismo en esas historias. Yo mismo y un dolor tan grande que parece que todo sabe a soledad en una banca de un parque, y que pregunta ¿Dónde estarás ahora? ¿Cuánta memoria abraza el tiempo de las manos sin motivos? ¿Cuánta distancia? ¿cuánta?. Mi corazón crece en ti y ahora me fortalezco y me agiganto.

 

Hablemos de las lágrimas
y su tono de sombras y su vicio,
su desvivirse en toda la desidia
de recuerdos al aire,
del miedo,
cuando llega la noche como un canto podrido que no sabe
de la piel que ha brotado en los caminos.

Hablemos de tus manos,
de mis manos,
de la ruda miseria que traspasa
las paredes del cuarto donde quedan
las señales gastadas de los besos,
y evoquemos a todas las deidades que nos vieron correr,
sonámbulos y extraños,
heridos,
entre la multitud desaforada,
mientras todos los labios se vertían en copas donde reina
la leyenda del humo en los metales
y el tritón de los sueños, que perece.

La razón de buscarte en los espacios
donde todas las cosas sostuvieron
edificios vacíos,
despojados del fuego que transcurre
con la siembra en las manos y en los párpados,
debe ser el calor de los rincones que copiaron tu rostro y que lo alzaron,
desde el mísero cerco de la muerte,
como una flor de luz que sabe a trigo,
a cascada y sudor, a nueva ruta
donde apaciento, libre, mis palabras;
calor que sabe todo de nosotros,
de esa vieja madera con nudos y borrascas
y con la claridad del alba y de la vida.

(Ricardo Gálvez)

 

Hay un viejo sitio

Todo cabe dentro del proceso de crear. Vida y muerte. Sol y lluvia. Un espasmo en la frente que hace retroceder a cada instante. Y el creador precisa de todo para forjar su verbo, su mundo de palabras, hecho sueño. Así se va dotando de corazón y piel a las cosas mas simples, a las que se le ocultan, a las no inventadas.

Pero más que las cosas y su necesidad de formas, de nombres que las identífiquen y las eleven hasta planos altísimos de la palabra, exiliándolas en libros y en etiquetas que con el tiempo se agotan, están los otros y su calor de mundo, y su frío de mundo, y esa infinita virtud de habitar cada renglón de vida del ser que crea, que canta.

Pero disculpa. A veces el vino trastorna mi cabeza y me pongo a escribir estas cosas, estos garabatos que nacen desde una propia experiencia.

 

Dresde

El timbre sin gloria de un viejo que pasa
se quiebra con furia sobre tus asfaltos,
va rumiando el frío su pena de tiempo
y las sombras cruzan como un vendaval;
serpientes que riñen, rotos corazones,
pasos que se pierden entre la penumbra.
Cuando el suelo llora al germen sin rito
cubre un piano al día, roca desolada
donde se pervierte un beso desnudo.

Hacia un laberinto de flores ya muertas
va callado el sueño, rastros de ceniza
y garras de tedio rompen su costado,
buscan el latido del rosal perenne
para recrearse entre su esperanza,
y calan las dudas, las piedras bostezan,
se abre un gigantesco abismo de miedo,
dicen su silente plegaria los dioses
para que amanezcan semillas los labios.

Hay un viejo sitio donde canta el agua,
brilla entre los setos la flor del misterio,
la ruda madera cuenta su leyenda
de amores que han ido venciendo alambradas,
el torogoz liba del rosal perenne,
nace del quetzal un mito sagrado,
la fuente amanece con luz en su fondo,
crece libre el fuego su lengua de siglos
y entre las pupilas, un nuevo horizonte.

(Ricardo Gálvez)